Nos olvidamos de la importancia de vivir en relación, nos encerramos en nosotros mismos y perdemos la alegría. Una alegría pura y auténtica que nace del compartir. El título de esta entrada no es sólo una bonita fórmula sino un modo de vivir, el único que nos lleva a la plenitud, que nos permite dar y recibir de forma recíproca en todos los ámbitos de nuestra vida. Una reciprocidad no buscada pero necesaria para esa armonía o paz que todo corazón anhela.
Hace justo una semana volvía de vivir la Semana Santa con jóvenes de diferentes ciudades españolas. Fue una experiencia que deja huella no por haber sido diferente sino por lo que allí viví: fraternidad. Una fraternidad basada en el diálogo, en compartir experiencias, en rezar en familia. Una fraternidad sin máscara, cada uno desde su persona, cada uno desde su propio testimonio de vida. La verdad une, la verdad atrae, la verdad ama. El título de la entrada hace honor a esta fraternidad porque sin ella no hay un nosotros, porque sin el otro no hay un yo y sin mí no hay un tú. Tanto unos como otros nos necesitamos para construir juntos una realidad personal y colectiva sin caretas, auténtica y que desborde caridad. Una realidad que merezca y ansíe ser vivida.
«Crisis, y tú… ¿qué?»
Esta Semana Santa fue diferente sólo por esa pregunta. Me la formuló el Movimiento de los Focolares durante cuatro días; y no sólo la formuló sino que me dio cuatro bonitos testimonios para intentar articular palabras y encontrar una respuesta. Crisis. Suena a roto. Parece la onomatopeya al ruido que produce esa ruptura. ¿Y tú, qué? Me aventuré a decir que era un punto de inflexión donde se cae bajo, a veces, y se pide ayuda para salir adelante. Hay muchas crisis en el mundo y así me lo hicieron ver aquellos testimonios desde una perspectiva cultural, psicológica, espiritual y empresarial. Y llegué a la conclusión que toda crisis afecta a un sujeto. Tú, yo, nosotros. Y que, al mismo tiempo, toda crisis necesita de un sujeto para solventarse. Tú, yo, nosotros.
Es fácil echar la culpa al sistema, a los procedimientos, a las máquinas (e incluso a Dios) como si de ahí no viéramos personas que han puesto en marcha todo aquello. Es cómodo hacer pero no rehacer, molestarse por ver qué es lo que impide un flujo sano y cambiarlo. Es sencillo dejarse llevar por la ambición y el éxito y olvidarse de lo más importante: el bienestar de las personas que hacen posible ese éxito. Vuelvo al principio: nos olvidamos de la importancia de vivir en relación. ¿Por qué es esto tan importante? Sólo ten esta imagen en tu cabeza: Tú en el mundo, solo. Tú en el mundo trabajando solo. Tú en el mundo viviendo solo. Tú en el mundo hablando solo. Tú en el mundo solo con tus pensamientos. Habrá un día en que no podrás soportarte y esto no es lo más preocupante, sino el hecho de no conocer lo que da la relación con un tú y la bonita consecuencia de esa relación: un nosotros, donde se vive y siente la alegría.
No es sólo una fórmula, es un estilo de vida. Es mucho más, es un ideal hecho vida. Me hablaron de la crisis como una oportunidad y es verdad. En todo momento de flaqueza, ya sea personal como profesional, existe una cara de esa realidad que no conocemos y que nos lleva a conocernos por dentro y a experimentar la cercanía de las personas con las que se convive o trabaja. Esa otra cara es la esperanza, es la cara de la oportunidad de dar y recibir. Sin esa cara difícilmente podríamos alcanzar la plenitud porque estamos hechos para darnos no porque sea necesario sino porque nos va la vida en ello. Y no sólo la vida, también nuestra felicidad en la vida aquí abajo que nos acerca a la felicidad allí arriba, bueno, con Dios.
¿Cómo saber que existe la crisis? Y no hablo de la crisis mundial, económica, social, educativa o la que sea que se esté hablando en los periódicos y debatiendo en televisión. Hablo de la crisis de la persona en sí misma, del momento en que empieza a vivir en plenitud por conocer el amor. Sí, la crisis está en la falta de amor. En las empresas se manifiesta por la falta de confianza. En la cultura se hace patente por la falta de acogida. En las personas se refleja en la falta de comprensión. En la vida espiritual se palpa por la falta de apertura. Cada una de esas manifestaciones, confianza, acogida, comprensión y apertura, están basadas en el amor. En la medida en que nos adentremos en una relación de conocimiento personal de la persona de en frente podremos percatarnos si en ella todo va bien o hay algo que no le deja brillar en todo su esplendor. Cada persona tenemos una luz en nuestro interior y si no se percibe ese brillo en nuestra mirada, en nuestras acciones, en nuestras palabras y en nuestros gestos, es que nos falta amor porque el amor es el motor que nos da vida y nos pone en funcionamiento. Si tú me quieres, entonces brillará tu luz en mí y ésta encenderá la mía y podré compartir ese amor con otros. Es una bonita cadena esta la de la fraternidad.
La relación es parte del mismo ser de la persona. Lo que has escrito tiene en su base puro personalismo, una corriente filosófica judía/cristiana (los autores principales suscribían alguna de esas dos religiones), en la que se inscribe, por ejemplo, Karol Wojtyla.
Pedirle al «yo» la salida al «otro», a ese que llama «tú», para construir el nosotros, lo que no es «mío» ni «tuyo», pero nos pertenece a ambos, lo que se llama «entre», «zwischen»… Es muy bonito, y habría mucho que decir. Sin embargo, hay una duda que me planteo… Ese «nosotros», ¿me coloca en simetría con los demás, los coloca a mi altura, o los coloca «por encima», «por delante de mí»? El «nosotros» del que hablas, ¿es simétrico? El egoísmo nos lleva a priorizarnos respecto a los otros, y de esa manera aislarnos, pero, si tomamos al «nosotros» como alternativa al «yo»… ¿dónde queda el «otro»? ¿A nuestra altura, o claramente por encima?
[Entiéndase que por «duda» no me refiero a «hay algo que no he entendido del texto» tanto como a «estoy pensando en voz alta».]
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¡Bienvenido por aquí, Lukas! Karol ha influido mucho en mí con su «tenemos que ser expertos en humanidad». Gracias por hacerlo presente en este blog. A ver, sobre tu pensamiento en voz alta tengo que aclararte una cosa. Para nada tomo el nosotros como una ventaja o herramienta para subir escalones uno en la vida tanto privada como pública-profesional.
¡Al revés! Ese «nosotros» no llena. Yo me refiero a ese «nosotros» donde crecemos a la par, vamos de la mano. Donde uno provoca al otro y donde uno mismo se encuentra en relación al otro, por esa comparación de admiración.
Nunca será un «nosotros» de simetría porque no hay nadie igual a ti, ni nadie igual a mí. En esa diversidad está la belleza, en esa unión pese a las diferencias. En ese encuentro de un tú y un yo, de dos individualidades que se complementan y completan.
La simetría mataría la creatividad de vida. Muchas gracias por pasarte por aquí, leerme y comentar como lo has hecho. Un saludo.
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Bien, no me he expresado correctamente, porque con una relación simétrica no me refería a que el otro quede reducido a una referencia a mí (eso sería, ni más ni menos, pretender que el otro es como yo: es anular su identidad), sino a en qué términos se desarrolla la relación. El egoísta se considera más importante que el otro, está el «yo» antes que el «tú»: «Tú» puede ser distinto a «yo», pero al eegoísta eso no le importa, pues sólo le importa «yo». Mi pregunta es acerca de la forma de relación del «nosotros»: ¿»Tú» y «Yo» son iguales, o está por encima el «Tú» que el «Yo»? ¿El otro está «antes que yo», o está «a la vez que yo», con lo que la relacción es simétrica?
No es fácil de responder. La ética nos pide ocuparnos de «Tú» antes que «Yo», por ejemplo. Pero la primera responsabilidad es con uno mismo. ¿Me explico ahora por donde voy?
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Buenas de nuevo, Lukas.
Creo que te he respondido a cómo es la relación del «nosotros» con ese «se complementan y completan». El «tú» y el «yo» son diferentes pero no tiene porqué estar uno de los dos por encima del otro. Y no es que uno esté antes que el otro y por tanto sea más importante, sino que están a la vez, en la misma realidad, en un momento concreto (presente), compartiendo y por tanto, se complementan con su forma diferente de vivir esa misma realidad y momento presente sumando en el otro, aportando; y se completan precisamente con eso que aportan al otro.
Respondiendo a lo que comentas de la ética te formulo otra pregunta, ¿puedes dar aquello que no tienes? Por tanto, si tú no te preocupas primero de estar bien y de tener el Bien en tu vida, no puedes dárselo al otro. En este caso parece que hay un orden, primero el «yo», después el «tú», pero también se da el caso que relacionando ese «yo» con un «tú» se puede encontrar ese Bien necesario para ambos y el bien individual.
Buscar el bien, la paz interior de uno mismo, «yo», no implica egoísmo porque esa paz se encuentra en un «Tú» que nos apela a la apertura, a salir de nosotros mismos. Ese bien y paz también lo podemos encontrar en un «tú» que interpela nuestra conciencia y nos ayuda a conocernos al mismo tiempo, nos exige. Por tanto no hay un ningún orden de uno es más y mejor que otro, ni egoísmo. La relación de un «nosotros» implica unidad, generosidad, crecimiento y conocimiento.
Gracias por tu diálogo, ¡hasta luego, Lukas! (tenía que decirlo, me contuve la otra vez)
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Reblogueó esto en fearless!y comentado:
Lo importante es ver estas crisis dentro de nuestra historia de amor con Jesús y sustituir todos esos pensamientos pesimistas que se nos ocurren por la siguiente pregunta: “¿Qué estás queriendo de mí, Señor? ¿Qué me irás a dar cuando me pides esto?” https://2014fearless.wordpress.com/2014/07/08/las-crisis-interiores-son-positivas/
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fearless!, cierto. En Jesús está la respuesta pero, ¿y quien todavía no se ha encontrado con Él o no quiere hacerse el encontradizo? Por eso la importancia del testimonio de los que sí han tenido ese encuentro personal. Gracias por tu artículo, me ha gustado mucho. ¡Nos vemos por la red!
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Muy interesante, como siempre. :) Pero iría un paso más allá, pues habría que preguntarse de donde nos viene esa falta de amor que pone en crisis nuestra vida, nuestras relaciones, y en definitiva, a toda nuestra sociedad. ¿Por qué los demás no captan esa bella luz interior? En definitiva… ¿Por qué no amamos?
¿Es que no sabemos cómo? ¿No podemos? Entonces no hemos conocido a Dios, no somos Cristianos, y no podemos Amar porque no hemos conocido el Amor de Dios primero; pues -nosotros amamos, porque El nos amó primero- (1 Juan 4, 19). Por eso siempre es fundamental dejarse encontrar y sorprender por Dios, y por su maravilloso Amor, pues no podemos dar lo que no tenemos.
¿Es que tenemos miedo? ¿Tememos salir heridos? Entonces tampoco hemos conocido a Dios, porque Cristo ha venido -para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, 15 y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida- (Hebreos 2, 14-15). Tampoco nos podemos llamar Cristianos si seguimos esclavos del diablo por miedo.
¿Todo iba bien al principio de una relación pero ya no? ¿Yo amo a todos en general menos a un par de personas que «se lo buscan»? Cuando nos pasa esto, tampoco hemos conocido a Dios, porque – en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros- (Romas 5, 7-8). No solo a los buenos Ama Dios, sino a todos; y si somos Cristianos haremos nosotros lo mismo.
Al final conviene tener siempre presente, que -si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto- (1 Juan 4, 20). Y esto es algo que no se puede conseguir con esfuerzo y dedicación, sino que solo lo puede (y desea!) hacer el hombre nuevo que el Espíritu Santo puede hacer en nosotros fructificando el Bautismo, si le dejamos, claro :) Y por eso, por ejemplo, no me considero con el honor de ser llamado seriamente Cristiano, porque no lo soy. Y por eso, como dice el Papa Francisco, oren por mi :) ¡La paz!
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¡SUBSCRIBO TODO LO QUE DICES! ‘¡Mensajero, muchas gracias por asomarte y dejar tu huella aquí como siempre! Decía que toda crisis viene por la falta de amor. Por una vez que no lo escribo con la “a” en mayúsculas y ya me echas la “bronca”. En fin, sé muy bien que me refería al Amor. Pero hay muchos que, como yo en su día, conocerán el Amor a través del amor. Porque sin verse a uno mismo, sin ver al otro y sin tener una relación de amistad y de apertura con el otro, poco nos acercaremos al Amor porque Dios pocas veces se manifiesta con esas visiones o vivencias que los videntes o santos han tenido. Jo, deberías recopilar tus contestaciones en pequeños artículos para meditarlos con calma (¿oído cocina?). Un saludo virtual, cuídate.
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Cierto, cierto :) las relaciones son fundamentales. Es importante que exista el nosotros y el tu, no únicamente el yo. Gracias por el artículo y su reflexión.
Mis comentarios no tienen sentido sin tus artículos :) pero lo pensare.
La paz, cuidate.
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