Después de ver la película Once (pronunciada en inglés), he estado pensando en las capacidades que tiene la persona para humanizar todo lo que envuelve su realidad. Cuando esto es así, es fácil quedarse atrapado por la belleza y la verdad que transmite. En la película Once sucede a través de la música, el protagonista pone melodía a su vida un tanto triste por un engaño amoroso.
Cuando se tiene mucho vivido, escuchado, o visto. Cuando no se le ha puesto voz. Cuando se quiere hablar… Entonces, se compone.
Componer canciones llenas de realidades ocultas, de sentimientos escondidos, de experiencias relegadas al cajón desastre. En fin, canciones que suenan a vida, que transmiten las ilusiones, los miedos, el amor y desamor de personas que quieren darse a conocer o hablar de la vida de una forma diferente, original… Humana.
Cuando se ha conocido, escuchado o vivido historias espeluznantes. Cuando no se ponen palabras a todo ello. Cuando se quiere dar a conocer… Entonces, se escribe.
Escribir historias verídicas o con un toque de fantasía. La mayoría muestran las relaciones entre personas, mayores y pequeños, jóvenes y padres, abuelos y niños, reyes y princesas, ricos y pobres… Historias con un gran componente humano por las cualidades desarrolladas entre sus protagonistas: voluntad, inteligencia, valor, honor, sabiduría… Verdad.
Cuando se contempla la Naturaleza en todos sus esplendores. Cuando se conoce el encanto de las cosas por vez primera. Cuando se quiere compartir… Entonces, se pinta.
Pintar cuadros repletos de colores vivos, pastel, u oscuros. A través de finos o gruesos pinceles, dejando texturas ásperas, con relieve o planas. Esos cuadros, según qué técnicas se hayan aplicado en su creación, muestran mucho más que lo que representan: hablan de emociones, transmiten estados internos, describen gustos, tendencias, ilusiones del pintor… Belleza.
Componer, escribir y pintar, o lo que es lo mismo, humanizar, llenar de verdad, embellecer.
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