Roger Federer y Rafael Nadal… O cómo describir su entendimiento total: el tenis como excusa.
Kobe Bryant y Lebron James… O cómo conocer el secreto: el baloncesto, su aliado.
Iker Casillas y Xavi Fernández… O cómo fundamentar la amistad en tres palabras: fútbol, su pasión.
Los tiempos cambian, las rivalidades crecen. Siempre quedan amistades dentro de esas rivalidades.
Últimamente nos llueven historias como éstas en varias disciplinas como el fútbol, baloncesto o el tenis… Es bonito y necesario que se den, por el bien del deporte y su imagen mundial.
El deporte tiene dos connotaciones: amor y odio.
Amor, cuando los que lo practican aman el deporte y lo viven sin añadir más competencias de las ya establecidas; amor, cuando los deportistas saben comportarse deportivamente, a saber, respetan al rival, siguen las normas, juegan limpio y progresan personal y colectivamente (en el caso de participar en competiciones por equipos o jugar en la selección nacional) dejando una buena imagen de su persona y de su esfuerzo para llegar hasta ese triunfo, éxito o nivel deportivo.
Odio, cuando los que lo practican viven el deporte añadiendo reflejos de idolatrismo y/o egocentrismo; odio, cuando los deportistas olvidan la responsabilidad que de ellos se espera, a saber, ser ejemplo para la próxima generación, saber compaginar su vida deportiva y personal sin entremezclarlas para provecho propio, y odio, cuando no reconocen que el éxito, tanto personal como colectivo, llega con el esfuerzo individual y colectivo de otro(s) para que brillaran.
Hola Rocío!! Me ha gustado mucho. Siempre hay que ver lo positivo . Un beso. Amparo
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¡Amparo! Siento el retraso. Muchas gracias por el comentario. Yo también te leo y me encanta tu toque periodístico.
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