Últimamente, las conversaciones que estoy teniendo con ciertas personas giran en torno a dejarse ver. Escucho muchos muros y limitaciones. También, veo que hay obstáculos que la propia cultura nos pone. Pero, en el fondo, reconozco un anhelo de ser tal y como somos; de poder mostrar nuestras personas. Lo pongo en un plural inclusivo porque me incluyo en estas personas. No tengo ningún problema en confesar que quiero ser tal y como soy y mostrarme tal y como soy. Podemos pensar que son dos cosas diferentes, pero no es así o que primero vaya una y luego la otra. La experiencia me dice que se dan a la vez si uno vive en verdad y no haría falta tal diferenciación (como lo de ser cristiano o cristiano practicante). Sólo son dos cosas diferentes cuando ponemos distancia o nos da vergüenza descubrirnos como somos ante los demás. Por eso ese anhelo de querer mostrarse como realmente son está en aquellas personas que no hemos podido hacerlo en nuestro entorno familiar o en el colegio, ambientes donde uno va formando su personalidad, gustos y forma de pensar, ser, actuar.
Hablaba antes de ciertas limitaciones y muros que nos encontramos cuando queremos ser nosotros mismos. A veces son cosas externas a nosotros porque hay que ser políticamente correctos o estamos en un ambiente que no nos da la posibilidad de expresarnos como nos gustaría. Está bien, pero también hablo de nuestros propios muros y limitaciones que sólo son fruto de nuestras inseguridades y vergüenzas. Son frenos autoimpuestos y a veces pueden hacer que nos creamos que son reales e impuestos por la cultura. Aquí hay un necesario trabajo de la autoestima y un claro desapego a las corrientes externas que nos hacen entrar en la masa sin un rostro concreto y sin un nombre y apellidos propios. Es muy importante saber reconocer dónde y cómo estamos en este aspecto, y si lo que somos está viéndose limitado o amenazado por alguna cosa tanto personal como externa. Y… ponerle remedio. ¡Es una maravilla conocer personas con su personalidad clara, asentada y auténtica! Que hablan desde ellas sin un afán de mostrar cómo hay que ser sino que te invitan a ser tú.
Siempre me ha gustado observar los diferentes personajes en películas, series o novelas. Cómo logra, el director, guionista o escritor, dar con personalidades tan definidas y diferentes al resto de personajes de la historia narrada. Por poner un ejemplo que puede ser conocido por muchos, la serie Friends es reflejo de esto mismo que quiero expresar. Son 6 amigos, cada uno de su padre y de su madre (aunque hay dos hermanos) que conviven en unos apartamentos de Nueva York y van mostrando en qué consiste su vida, se relacionan en todos sus aspectos y puedes conocer a cada uno de ellos en profundidad. Y, bueno, también veo esto en mi familia. ¡Tantos y tan diferentes! Y en mi grupo de amigas del instituto (sí, seguimos relacionándonos). A veces me paro a contemplarnos y pienso que es un milagro que haya unidad en tanta heterogeneidad. ¿Cómo puede suceder esto? Parece que por definición no pueda darse. Pero se da. Y esto es lo maravilloso de relacionarnos desde quienes somos, de poder quedar con una persona y saber que le estás conociendo… ¡y acoger lo que esa relación construya en ti y en tu vida!
Realmente, esta unidad en la heterogeneidad la puedo observar en muchos ambientes en los que me muevo. Como ya he dicho antes en mi familia, en mi grupo de amigos, en mi comunidad cristiana, en mi barrio, en mi clase, y en cualquier evento al que acuda aunque éste sea para escritores, cristianos, deportistas o amantes de la música. Nos une una cosa, pero cada persona lo manifiesta y hace vida desde su ser único y personal. Y esto a mí me atrae. Mucho. Muchísimo. Y doy gracias de poder rodearme de estas personas y aprender tanto de ellas, de verme animada a seguir ese camino de ser uno mismo y de acoger a cada persona desde su originalidad. Pero… esto también cuesta a veces. La diferencia puede picar, molestar o hacer difícil el encuentro. Esto también es una limitación que pone de manifiesto un rechazo o un sentirse amenazado por el otro, pero esto nos sigue hablando de baja autoestima, falta de madurez y de libertad. ¿Qué podemos hacer, entonces? Quizá pensar que esa persona podrías ser tú o que tu persona también despierta picores o molestias te ayude en un primer paso. Me he dado cuenta de que tenemos la cómoda tendencia de echar balones fuera y no mirarnos por dentro, y esto nos dificulta el camino del encuentro y de la verdad.
Bueno… A quien me lee que me conoce: te quiero tal y como eres, y gracias por quererme tal y como soy (te lo diré próximamente). Y a quien me lee y no nos conocemos: que puedas vivir en tu verdad y los demás conocerte.
Tu turno