Aquí

Para todos existe un aquí. Pero no para todos ese aquí es igual al resto. Hay circunstancias que lo hacen diferente. Y esas circunstancias, hoy, soy las que marcan la diferencia entre un aquí europeo y un aquí asiático, americano, oceánico, antártico o africano. Sólo hay que echar una mirada. ¿Hacia dónde? Hacia todos los lugares donde existe vida humana. Aquí es algo más que un lugar en esas vidas humanas. Con ese aquí estamos hablando no sólo de un lugar geográfico, sino de una cultura determinada, unos principios éticos específicos, unas leyes propias, una familia particular, una educación concreta, unos problemas sociales y políticos precisos, una civilización definida, una convivencia establecida, unas diferencias y semejanzas entre otras zonas evidentes… ¿Veis la importancia del aquí? ¿Veis lo determinante que es?

Todos somos de un aquí y hemos llegado a él por un motivo que debemos conocer a lo largo de nuestra existencia, antes o después, pero sin ese motivo no podremos vivir en las circunstancias que envuelven a ese aquí donde nos ha tocado vivir. No se trata de huir, salvo que no haya más remedio. Es admirable escuchar a una persona que, a pesar de las circunstancias que envuelven a su aquí, circunstancias de guerra, de muerte diarias, de secuestros, de bombardeos nocturnos…; no pierde la esperanza ni las ganas de vivir su aquí, hoy. Anoche escuché dar su testimonio ante miles de jóvenes y no pude reprimir unas lágrimas tímidas pero profundas. ¿Y nosotros, aquí, sin vivirlo y acogerlo, queriendo otras circunstancias? Cuando devienen momentos de falta de claridad mental ante la propia vida, ¡qué consuelo esa vida testimoniada! Solamente, esta persona se ha dedicado a vivir su aquí y a darlo a conocer. ¿Veis la importancia de vivir? ¿Veis lo determinante que resulta la actitud con la que se acoge al aquí?

Cuando se sabe que un aquí es más seguro, que otro aquí es mejor para vivir, que la vida en ese aquí resulta más tranquila o que en aquel aquí se pude llegar a fin de mes, nos olvidamos del resto. Pasan a un segundo plano. Sólo se muestran a nuestras pupilas o llegan a nuestros oídos en cuanto nos tocan personalmente. O en cuento una persona testimonia su propia vida y hace que nuestro corazón se ablande y rompa la coraza de la indiferencia que le cubre. A veces no es indiferencia, es falta de comunión. ¿No es lo mismo? Otras veces no es voluntario sino inducido por el ritmo de vida que se vive en ese determinado aquí. Las personas se ven envueltas en una rutina de trabajo, deporte, familia y amigos, dormir y comer, sin mirar alrededor, sólo a su parcela. Pocas veces, si no es por eventos o películas y libros, abrimos los ojos al mundo (formado por personas con una historia, naturaleza viva y especies animales y plantas) que vive en otros aquí. Y ahí es cuando por fin caemos en la cuenta de que por muy bien que estemos aquí, en ese otro aquí la vida es difícil de llevar. Que aquí las cosas las tenemos solucionadas con un futuro prometedor, y en aquel aquí no saben si habrá un mañana. ¿Veis la importancia de salir de la indiferencia? ¿Veis lo determinante que es despertar a la vida de aquí?

Estar abiertos. ¿Cómo? Amando conocer sin detenernos en el dolor que pueda conllevar. Hay quien puede recorrer diferentes aquí a lo largo de su vida, pero no todos podemos conocer tanto, convivir con personas de otros aquí. Hay momentos determinados en la vida de una persona que tiene la oportunidad y el gran privilegio de entrelazarse con otros presentes de aquí: peregrinaciones, bodas, campamentos, funerales, lunas de miel, campeonatos, trabajos, misiones… Hay, también, quien lee, devora libros, artículos, revistas; ve películas, documentales; escucha. Si no se puede estar en ese aquí, hay otros modos de estarlo. Lo importante es querer que ese aquí esté presente en nuestro aquí. Amemos conocer a nuestros iguales que andan viviendo en muchos aquí que quizás no conozcamos. Amemos conocer las tierras que envuelven esos aquí tan diferentes pero que embellecen el mundo en el que vivimos todos. Amemos conocer las circunstancias que determinan cada aquí. Amemos nuestro aquí, hagámoslo por aquellos que todavía no lo hacen con el suyo pero que con nuestro testimonio de vida lo lograrán: amarán. De este modo podremos salir de la indiferencia y, por tanto, existirá la comunión. El aquí ya no tendrá diferencias en un sitio que en otro. ¿Veis la importancia del aquí? ¿Veis lo determinante que es?

 

4 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Fidel Castro dice:

    El católico occidental no es un aventurero en busca de almas de recónditos rincones de la Tierra donde todavía, dos mil años después de la muerte de nuestro Señor, no ha llegado la Santa Madre Iglesia. Más bien se trata de un ser sin ínfulas de explorador -algunos me diréis que burgués- cuyas acciones del día a día no son llamativas, al menos a los ojos aquellos hombres -también católicos- que esperan un nuevo mesías al estilo Barrabás, que libere a los cautivos y de muerte a los malandrines.

    No es así. Que las preocupaciones del día a día no son suficientes es cierto, porque nos quedamos cortos siempre. Pero es que las preocupaciones que otrora turbaban nuestra alma se vuelven ocupaciones -pequeñas y, por consiguiente, irrelevantes, me insistís-: santo rosario,visita al enfermo, palique con el anciano que está solo en su casa, estudio con tesón o cuidado del padre decrépito y pingajo, que es la triste caricatura del paso del tiempo. Así actúa Dios a través de nosotros.

    Sin embargo, el hombre de nuestro tiempo, hacedor de pequeñas acciones rutinarias, por el simple hecho de hacer lo que toca, aquí y ahora, -lo repito- no está no es insensible ni está alejado del hermano que más allá de nuestras fronteras es perseguido por sátrapas, vive con lo puesto o no tiene qué llevarse a la boca. Porque tenemos mil momentos -insisto, otra vez pequeñas acciones de heroicas consecuencias- en que la Santa Madre nos pide dinero o tiempo -que tal vez ya hayamos gastado o tengamos pensado gastar- para obras de caridad con los pobres que tan en boca tenemos. Es en ese momento cuando se ve la sensibilidad del corazón, y no la del lagrimal !!!

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    1. He leído tu comentario tres veces (sin exagerar) sin saber a qué punto te has referido de todo lo escrito en la entrada. Para nada estaba hablando del católico occidental, sino de toda persona que habita en un aquí, «su» aquí, y de lo que eso supone. Es cierto, y en eso estamos de acuerdo, que el católico occidental del que hablas «no está no es insensible ni está alejado del hermano» porque está en lo que tiene que hacer.
      Simplemente, buscaba concienciar sobre la importancia de vivir en el aquí que nos haya tocado y en pensar en el aquí del resto de personas que habitan nuestro planeta para que haya una comunión y no seamos meras presencias unitarias que viven con independencia del resto.
      ¡Gracias por comentar, Fidel! (tan fiel a tu estilo).

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  2. Catoly dice:

    Muy acertada la reflexión, y muy interesante para abrir nuestra mente más allá de las cuatro paredes que nos rodean.

    Desde mi opinión yo puntualizaría algo: que un «aquí es más seguro, que otro aquí es mejor para vivir, que la vida en ese aquí resulta más tranquila o que en aquel aquí se pude llegar a fin de mes» es culpa simple y llanamente de nuestro corazón; porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias (Mateo 15, 19).

    Y por eso que las personas cambien de aquí en el fondo no soluciona nada, simplemente «va cambiando» los aquí donde es seguro o mejor vivir. Por ejemplo, en España hace algo menos de cien años no era un buen aquí, y las personas se fueron. Ahora parece ser un buen aquí, o al menos uno mejor que muchos otros, y por eso las personas vienen. Pero las personas no dejan su corazón cuando cambian de aquí: se lo llevan detrás. Y por eso, por ejemplo, europa está empezando a importar el problema del yihadismo, o desde hace años está exportando sus propios problemas al resto del mundo. ¡Y que daño hacen!

    Ni que decir que acoger al forastero es una obra de misericordia primordial que debe aplicarse a todos aquellos que eligen nuestro aquí para sinceramente poder vivir con dignidad, paz, y seguridad. Pero no es el caso de todos los que llegan, ni por supuesto de los que ya estamos o hemos nacido en este aquí. Las experiencias que cada uno vive, sus decisiones, las tradiciones e ideas recibidas, y muchas otras cosas configuran al final un corazón en cada personas que es el mismo en cualquier aquí al que vaya. Y muchas de esas cosas son «per se» muy malas.

    Por eso, la verdadera solución solo pasa por una conversión de corazón al Amor. Solo el Amor puede sanar heridas, derribar murallas ideológicas, vencer tradiciones, y construir en cada uno un corazón de paz. Un corazón que es paz independientemente del aquí. Y ese Amor tiene nombre. Y darlo a conocer es la «lucha» de todo cristiano. Una a la que hemos sido invitados a participar, porque recordemos, que -para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada (Edmun Burke)-, si es acaso que esos hombres existen.

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    1. ¡Mensajero! AMEN. Gracias por tus palabras. Tú lo has dicho: del corazón. La gente tiene una idea cursi de la palabra corazón pero en la Biblia y muchos teólogos y buenos pensadores, hablan del corazón refiriéndose a la persona (a toda ella). No se trata de «el» aquí, sino a «un» aquí conocido por cada uno y en donde debe dar testimonio de ese Amor que desborda su corazón. Antes tiene que conocerlo. ¿Se dejará cautivar? ¡Existen «esos hombres»! Aunque todavía son unos pocos (o estamos en ello). ¡Saludos!

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