Sí, quizás me he dejado influenciar por el próximo álbum de Coldplay, pero este tema lo llevo pensando desde hace unos meses. Me refiero a tener la cabeza llena de pensamientos, de vida, de experiencias, de emociones, de sueños, que sientes debes sacar y darlos a conocer. Es inevitable y casi imposible retenerlos en el corazón o en la mente. Al final uno acaba soltándolo a un amigo, a su mascota, lo escribe en Twitter, lo deja grabado en YouTube, lo manda por correo, lo plasma en Facebook o se pone a redactar una entrada en su blog. De cualquier forma, pero hay una necesidad imperiosa por comunicar, por expresar, por transmitir eso que se ha vivido en primera persona u otros han vivido y a ti te ha impactado.
Muchas veces no se sabe cómo dejar escrito una experiencia o algo que has visto porque no se encuentran las palabras o, simplemente, no se puede encerrar en palabras una cosa tan viva, tan auténtica, tan real. Hay que vivirlo. Aunque nos han dicho que de alguna manera las palabras pueden salvar ese salto del mundo interior (vivencia personal) al mundo exterior. Y me admira las personas que consiguen hacernos vibrar y revivir la experiencia que ellas han tenido.
Queremos, en otras ocasiones, dejar escrito con nuestras palabras y a nuestro modo aunque otros no lo entiendan, sólo para recordar esa vivencia porque lo necesitamos transmitir y compartir. Y esto se da así por tener vida en uno mismo, por estar lleno de ilusión por conocer, y por relacionarse con las personas y con todo lo que envuelve la vida. Es imposible que la realidad no nos provoque a quienes vivimos así, y por esto mismo tenemos la necesidad de expresarlo, torpe o bellamente. Pero sacarlo, no porque no podamos más, no porque no quepan más cosas, no porque nos agobie sino porque es bonito conocer cómo alguien percibe y vive la vida y su realidad; es necesario expresarse para ser y estar; es bueno compartir lo que preocupa, lo que emociona, lo que se piensa.
Creo que esto es lo que nos hace humanos. Podemos programar máquinas para que actúen como humanos, pero serían unos cuantos sistemas que se repetirían en bucle; mientras que las personas actuamos sin ser automáticos, metiéndonos de lleno en la vida con todas las de la ley: lidiando con emociones, voluntades, tentaciones y demás menesteres de la vida que no están para nada programadas pues la vida es muy rica y una gran cosa que no puede caber en unos cuantos algoritmos. Lo que nos hace humanos es vivir la vida a través de nuestras personas, es decir, siendo nosotros poniendo de manifiesto nuestros pensamientos, emociones, voluntades, ilusiones… Cuanto más compartimos, más vivos estamos. Cuanto más transmitimos, más llenos de vida estamos. Cuanto más expresamos, más en relación estamos con la vida y con las personas.
Vuelvo al campo tecnológico porque escribo esto interpelada por el crecimiento de usuarios en redes sociales como Twitter y Facebook, y de blogueros en todo el mundo. No puedo evitar pensar en los mensajes anuales de la Jornada Mundial de las Comunicaciones y en mi actual incursión en el mundo de la misión. Leo y veo cosas que muchas veces desearía no haber leído o visto. Y no es porque no sean buenas noticias sino porque precisamente no son ni noticia. Carecen de información interesante y ni son noticias que nos formen. Entonces me pregunto, ¿por qué escribo? ¿Para qué o quién escribo? ¿Qué me mueve a escribir? La vida caminada por la senda correcta brilla, si eso es así, todos los perfiles sociales brillan. Y aportan, interpelan, mueven a tomar una decisión o a actuar. Pero hay al mismo tiempo tanta tontería por las redes… Es una pena pero es una realidad: muestran cómo están esas personas aunque muchas veces se dé a conocer la cara opuesta.
El mensaje por las Comunicaciones y el campo de la misión van más allá: Salir de uno mismo. Se nota en esa exigencia por salir de la uniformidad y darse a conocer por cómo es uno y dar su persona completamente. Se percibe porque detrás de cada persona se conoce quién es, no sólo por su nombre y apellidos, sino por lo que ese nombre contiene: una persona con tales principios y forma de actuar. Se está y se nota. Tanto en las redes sociales como en la vida tienes que estar, tienes que vivir. Pregúntate si tu vida habla de Amor, de Belleza, de Bien… Si refleja todo aquello se transmite por ósmosis en tus redes sociales y en todos aquellos que sigan tu pista y se relacionen contigo. La vida tanto real como virtual pide compromiso, el mundo necesita personas íntegras y con identidad, y tú mismo anhelas desvivirte a través de todo aquello.
Lo que nos hace humanos es el alma inmortal que Dios ha creado en cada uno de nosotros; un alma que nos da libertad para pensar y vivir como queremos. Un alma que nos hace vivir una vida interior oculta y diferente en cada uno de nosotros. -Por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones, y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino- (Gaudium et spes 14). Y si en esa vida interior uno está con Dios, todo se vive y dialoga de forma diferente. -Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca- (Lucas 6, 45).
¿Por qué escribo? Escribo como una forma sencilla de comunicarme, pero también hablo, o dejo que otros hablen (porque en muchas ocasiones saben mejor que y como decir). Es una pena que la gente ya no esté acostumbrada a leer, si no disfrutaría mucho más, pues hay cosas que los hombres han escrito y que merecen ser leídas.
¿Para qué o quién escribo? Para todo el que quiera leer… ¿para quien si no?
¿Qué me mueve a escribir? Sin duda alguna, el Amor, pues escribo de lo que vivo, de lo que se, de lo que Él hace en mi y en los que me rodean. De la maravilla que he descubierto en la Iglesia. En muchos casos creo que si alguien no es católico no es porque le convenza Dios, sino porque no lo ha conocido y ni siquiera (por prejuicios o lo que sea) le da una oportunidad.
Por desgracia no se nada de comunicación, pues es un campo que me queda lejos; y simplemente espero no estar haciendo demasiadas tonterías ;) tanto en la red como en mi vida real. Me pensaré dos veces las cosas antes de publicarlas. Gracias por tu reflexión.
La paz.
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¡Buenas, mensajero! Gracias por tu gran e interesante intervención, como siempre. A ver, lo has destapado tú aunque yo ya avisé que desde que volví y desde que Dios ha entrado más de lleno en mi vida, todo lo que escribo (lo que vivo) tiene otro cariz, quizás más profundo o yendo a esa alegría que he experimentado a mi alrededor.
Me encanta que te tomes tan enserio las preguntas que lanzo; en clase de Lengua el profesor te hubiera dicho “¡Que son preguntas retóricas!”.
Creo que no hace falta ser experto en comunicación sino tener sentido común. Cada uno sabe lo que está o no bien, lo que puede sacar una sonrisa, lo que puede provocar crispación o paz. ¡No he dicho nada de ser tan rígidos! Un poco de humor y saber decir las cosas no vienen nunca mal. ¡Saludos!
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