Para ti, querido lector

Hace poco WordPress me felicitaba por el tercer aniversario desde el día que comencé mi andadura en esta plataforma. WordPress me felicitó. ¿Acaso yo lo merecía? Entonces me percaté de que esto sigue en pie gracias a muchos como tú, querido lector. Que me guste escribir es una cosa importante, que me haya lanzado a escribir públicamente también y que lo que escribo genere comentarios es un regalo. Lo que verdaderamente tiene valor es que quiera seguir escribiendo por ti, por lo que pueda sugerirte o ayudarte. De algún modo consuela saber que hay alguien como tú al otro lado de la pantalla.

Después de tres años quiero darte las gracias. Gracias por alentarme a seguir hilando palabras, gracias por hacerme pensar con tus palabras y gracias por ver que te ha gustado o has compartido una entrada y provocar así que venza mi vergüenza. Gracias por cada uno de los comentarios que has dejado, por cada «me gusta» que has dado, por cada «compartir» que has realizado, por cada visita que has hecho a este blog. Tú eres igual de importante por visitar este espacio un día como el que deja un comentario en cada entrada que publico. Gracias por gastar un poco de tu tiempo en hacer una parada aquí. Realmente es de agradecer. Es como cuando alguien te escribe una carta. Piensas en todo el proceso: primero esa persona piensa en ti, luego decide escribirte, coge papel y bolígrafo y se sienta a escribirte. Busca o compra un sobre, mete la carta y se desplaza a la oficina de Correos más cercana para enviarte la carta. Eso si que es tener aprecio por una persona. Más o menos así me siento yo por cada visita, por cada comentario y muestra de que alguien, tú, querido lector, ha pasado por aquí.

¿Qué serían los conciertos sin el público, los museos sin las obras de arte, los estadios sin los hinchas, las bibliotecas sin los libros? La respuesta está clara. Pasa un tanto de lo mismo con los blogs y con las personas que nos lanzamos a escribir en ellos. De nada serviría que dejáramos morir esas palabras, ni que fueran abandonadas al olvido. Quién sabe qué les depararía en un futuro, por quién serían leídas, qué comentarios suscitarían o cómo influirían en la persona que las encontrara. ¿Qué sería este blog sin ti? Sólo un sitio de vanagloria. Contigo adquiere valor, lo comparto sin hacerlo solamente mío. Gracias por seguir ahí un día tras otro aunque haya habido veces que no hayas leído una entrada o que lo hayas hecho a medias, aunque no hayas comentado ni dado a «me gusta». Simplemente el hecho de que existas, importa.

Quizás pienses, como yo con WordPress, que no mereces ser felicitado pero déjame que te explique una cosa. Primero, tienes el derecho y es de bien nacido ser agradecido. Me contaron una vez que las historias no son puras en el sentido de nacer así sin más, sin un roce con la experiencia, sin un intercambio de palabras con otra persona. Al revés, las historias son por las personas que se ha encontrado uno en su vida, por los hechos que le ha tocado vivir, por las palabras que ha escuchado y leído. ¿Entiendes ahora por qué quiero darte las gracias? Todo lo que he escrito durante estos tres años ha nacido de encuentros con personas de todas las culturas con creencias diferentes o iguales; de vivencias personales en lugares variopintos donde he descubierto cosas pequeñas de gran valor; de palabras que he encontrado en un libro, rezando, leyendo o recitando e incluso escuchado de boca de otros. Y tú, con tus visitas unas veces y tus comentarios en otras, has hecho que se generaran más historias.

Y ahora quiero resaltar unas palabras que describen lo que veo yo en ti. En ellas encontrarás la palabra que más quiere salir desde el fondo de mi ser.

Gratitud. Siempre, porque no te he pedido que visitaras el blog. Tú decidiste dar un clic a algún título que llamó tu atención y ahí empezó todo esto. No puedo por menos que sentir gratitud por ese clic voluntario o involuntario. Ese clic que hizo que nos encontráramos en este espacio virtual pero más personal a medida que va transcurriendo el tiempo y la interacción.

Respeto. En todo momento, porque el hecho de que sea un espacio público y abierto al público hace que vaya a encontrarme con gente como tú, tan dispar a mí o tan cercana. Con una ideología y pensamiento igual, diferente o muy lejano al mío y, por tanto, lea comentarios que puedan ser más o menos críticos pero no por ello voy a dejar de apreciarte.

Admiración. Cada vez que veo una huella tuya, porque has aportado, has salido de tu egoísmo y has decido decirme con un comentario o con un «me gusta» algo importante. El querer dedicar un tiempo a una persona siempre es de admirar, dado los tiempos que corren.

Comunidad. Lo más importante, porque con tu presencia estás dando forma a una comunidad, a una pequeña familia virtual que se reúne en un espacio como este para comentar, para pensar, para dar eco. Sin personas como tú, no habría comunidad y por tanto las palabras que aquí se escriben no tendrían repercusión en mi vida, en la tuya y en la de nuestros amigos.

Ilusión. Por esperar una nueva entrada, porque haces que me ilusione también yo al darle al botón de «publicar» e imaginarme tu cara al recibir un correo electrónico con la publicación. No hay nada que más me ilusione que esto, al hacer un regalo a una persona, imaginarme su cara en el momento de recibir su regalo. A mí me ilusiona cada vez que me llega un correo diciéndome que una persona ha empezado a seguir el blog.

Alegría. Por cada comentario, porque están llenos de gran sabiduría, de palabras llenas de optimismo a pesar de los pesares. Tú estás lleno de alegría y vivir entre caras alegres, tira para arriba, hace no perder el norte y seguir luchando por lo que uno cree que es importante.

Solidaridad. Cada vez que compartes una entrada, porque refleja el carácter comprometido tuyo. Porque no quieres sólo beneficiarte tú y lo das a conocer entre tus amistades. También por las invitaciones a realizar proyectos en un futuro hace que vea en ti una persona que cree en la colaboración tanto personal como virtual.

GRACIAS, querido lector.

14 respuestas a “Para ti, querido lector

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  1. 3 años no es nada en una vida…¡Felicidades por la perseverancia! Comenzar comenzamos muchos terminar…
    Gracias por compartir tus cosas, es interesante que alguien sea capaz de ello. Además de saber expresarse y ser capaz de captar la atención.
    En fin excusas de Dios para ir entretejiendo vidas, para algo estamos en la «red».
    Que El te bendiga.
    Un abrazo.

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    1. ¡Gracias por tus palabras! ¿Veis? Uno no para de dar gracias. Si uno las da, se las dan y viceversa, un non-stop. Lo de comenzar y acabar es cierto. Lo decía san Josemaría «comenzar es de muchos, perseverar de santos». ¡Pero justamente no pienso acabar con esta tarea! Me alegra saber que logro esas cosas que dices y espero seguir haciéndolo. Que Dios también te bendiga y sigas adelante con tu blog. ¡Saludos!

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    1. ¡Zulima! Qué alegría leerte por aquí ya. ¡Gente, a visitar el blog interesantísimo de Zulima! Yo también soy recién llegada al tuyo y me encanta. El arte transcrito con profesionalidad, ¡nada fácil! Enhorabuena y a seguir escribiendo.

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  2. Lo que me admira es que lleves escribiendo tres años; porque es difícil empezar algo, pero mucho más mantenerlo. Gracias a ti por hacernos reflexionar, que siempre es necesario.

    Que Yahvé te bendiga y te guarde; que ilumine Yahvé su rostro sobre ti y te sea propicio; que Yahvé te muestre su rostro y te conceda la paz (Números 6, 24-26).

    La paz. Mensajero.

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    1. Si no llega a ser por los avisos de WordPress ni me entero de que ya son 3 años… ¡Me parece una barbaridad! Pero aquí estamos, entrada tras entrada, transcribiendo historias personales y colectivas. Gracias por tus continuas visitas y tus citas bíblicas tan inspiradoras.

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