Cuando nombras estas dos palabras te puedes encontrar ante diferentes reacciones. Están los que se unen a ti y deciden echar la casa por la ventana importando lo más mínimo si se hace lentamente, una cosa detrás de otra, como de un tirón sin tiempo para la reacción. Luego estarían los que, sabiendo de qué va todo eso, deciden echar a andar por otro camino sabiendo que tú te vas a perder siguiendo esa senda y te dejan sólo ante, lo que tú piensas es, tu gran momento.
La expresión Carpe diem puede incluso tener dos acepciones. Una negativa, en el sentido de dejar todos los sentidos y sin sentidos al libre albedrío, dando vacaciones a la razón y a la prudencia. Y una positiva, cuando se traduce por aprovechar el momento presente poniendo los cinco sentidos en ello capitaneados por nuestra inteligencia y de la mano de la moderación.
Hoy, en pleno siglo veintiuno, las cosas han cambiado. Hoy el significado genuino de aquella expresión ya no se vive. Hoy se opta por vivir el momento en y desde Internet o en su defecto, desde y con una cámara sea ésta una de las de toda la vida o insertada en un móvil, ipad o cualquier aparato tecnológico. Hoy todo pasa y todo queda en las ondas independientemente de que sean de la casa Twitter, Facebook o la recién estrenada Instagram.
Dicen los entendidos que la televisión engorda, que las fotografías no sacan la mejor sonrisa y menos resaltan la belleza, que los vídeos no reflejan la luz de la mirada y que las palabras se quedan en eso, palabras que se las lleva el viento. Pero también están lo que postulan que disfrutar de la compañía de un amigo mientras se conversa animadamente es gozar de la eternidad en la tierra, que reír espontáneamente o por un motivo, contagia alegría a los demás, y que acompañar a un familiar a hacer la compra, adelgaza y lima asperezas. Si es así de sencillo, la segunda parte es la mejor de todas.
¿Qué pasó con aquello de «vive el momento»? ¿Dónde está esa famosa frase que hoy brilla por su ausencia? Cuesta creer que las personas decidamos y nos contentemos con ver a los demás a través de un cristal o pantalla táctil, que vivamos las cosas pendientes del pilotito rojo y que compartamos a tutti pleni y con todo il mondo aquello que pertenece al espacio, tiempo y personas que se dieron cita en ese preciso momento. Se llega tarde a pensar si vale o no la pena compartir aquello en la red de redes.
Nunca pensé que estaría más de acuerdo con el carpe diem: Voto por vivir el momento y dejar que todo aquello descanse en la retina y memoria de los que compartimos viajes, cumpleaños, trabajos, actos y fiestas de guardar. Vivir la vida en directo en vez de en diferido.
Tu turno