Sentimientos encontrados

Hay momentos en la vida que coinciden dos fechas, experiencias, viajes o añada aquí el lector lo que quiera, en los que aparecen al mismo tiempo la alegría y la tristeza, la extrañeza y la admiración, la paz y el miedo, las sombras y las luces.

Hay veces que aquello lo vive una misma persona y otras en las que lo experimenta otra y una persona cercana a ésta. El caso es que unos sonríen y tienen el ánimo alegre, mientras otros lloran presentando un ánimo triste. Lo interesante de todo es que tanto unos como otros, al final, acaban llenos de paz.

Es difícil de entender desde fuera si no se indaga cuál es lo que hace estar tranquilos ante una experiencia como es la muerte de un ser querido, sea hace treinta años como apenas uno.

Hay coincidencias en la vida que dan un golpe de fuerza ante un acontecimiento doloroso. Esto es justo lo que he observado estos últimos años. Muchas personas se aferran a amuletos, palabras leídas en revistas, fotografías con dedicatoria… Luego hay otro tipo de personas, aquellas que buscan más allá de lo meramente material. Éstas se acogen a un acontecimiento ocurrido el mismo día (como es el caso) y que supuso un halo de esperanza para otras tantas personas, apoyándose en la fuerza, sonrisa y estilo de vida pleno que transmitía la persona que aquel 17 de mayo acortó e hizo más fácil el camino hacia el Cielo.

Hay veces que el dolor es tan intenso que no se puede apreciar esas dulces coincidencias. Como humanos sentimos, y en cuestión de cinco minutos pasamos de un sentimiento hasta su contrario. Pero para eso están en esos momentos los amigos y familiares, para aclarecer los pensamientos y canalizar los sentimientos hacia un estado de paz interior y una sonrisa exterior. Y para eso también está la fortaleza y voluntad que hayamos ido forjando con el tiempo.

Tranquiliza ver cómo ocurren las cosas y entender su sentido. Quizá os viene a la cabeza el pensamiento de que esas coincidencias son excusas que uno busca para sobrellevar mejor lo que le va pasando en la vida. Son hechos que hablan por sí solos, uno no hace más que apoyarse en ellos porque alguien lo ha querido así, si no, no hubieran pasado.

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