Lo ordinario, lo de todos los días, aquello que incluso pasa desapercibido a nuestros ojos, que nos parece pequeño e insignificante. Aquello que gusta o disgusta, pero al fin y al cabo aquello que invita a crecer con lo que hacemos cada día, con lo que llevamos entre manos: estudios, familia, salidas con amigos, deporte, cultura y espectáculo…
Somos personas del mundo, estamos insertadas en la sociedad; igual que el cúmulo de cosas ordinarias de las personas de nuestro alrededor influyen en nuestra vida, las propias de cada uno provocan un tanto de lo mismo en la de aquellas. Y entonces qué importancia tan grande tiene lo ordinario.
Crecer en ello es darnos cuenta de que todo se construye a partir de cosas pequeñas. En la medida que les otorguemos valor, reconozcamos la importancia de un gesto, de una acción cualquiera, de una acertada palabra, o de la repercusión de un trabajo, más creceremos por dentro y los demás lo notarán en la alegría que desprenden nuestras acciones, en el buen ambiente que se respira a nuestro alrededor, en nuestras ganas por hacer bien las cosas y un largo etcétera que corre de nuestra parte.
¿Qué es lo ordinario? Es lo de siempre: actos y detalles que son simples, sencillos pero grandes para quien los recibe o para quien los ve con un toque de trascendencia. Crecer en lo ordinario es subir un peldaño más, el peldaño donde está el otro o quien reciba nuestros servicios y detalles, también es el peldaño del futuro que queramos construirnos y el peldaño de la felicidad. Lo ordinario cobra sentido cuando se descubre el valor que tiene el hacerlo y la importancia de su existencia cuando se deja de realizar.
Porque nuestra vida de por sí trasciende. Si decidimos extraer el veintiocho de abril de este año, el dos mil trece no es lo mismo. De la misma manera si excluyéramos ciertas acciones cotidianas del día a día pues al final no tendría sentido y el para qué no estaría nunca presente en nuestra vida.
Los hechos, las obras, las más simples expresiones de nuestra voluntad, son el signo de nuestro estado espiritual.
Porque cuerpo y alma es una unidad, en todo lo que realizamos dejamos una parte de nosotros, de nuestro amor, de nuestro interior… Como veis, todo intangible a los ojos humanos, pero no para aquellos que apuestan también cada día por crecer en lo ordinario.
¿Qué cosas ordinarias han pasado desapercibidas en lo que llevamos de día? Es apasionante y un ideal alto por el que luchar cada día, no supone mucho esfuerzo pero sí atención. Es cuestión de buscarlo. Y entonces toca disfrutar de toda esa Belleza escondida en lo cotidiano.
Tu turno