Un tenista en la sombra

Ganase o perdiese, no iba a dejar de escribir sobre David Ferrer. Después de haber presenciado cómo perdía casi en un suspiro la final de Miami, me detengo a dedicarle una entrada por tantas que no se han escrito y tanto se merece.

David Ferrer, es un chico de Jávea, trabajador, puro nervio. El próximo martes cumplirá los 31. Tan pronto se fija un objetivo, va a él como una moto. Reconozco que lo he tenido en el olvido durante años, porque primero seguí a J.C. Ferrero y después, con tanto Nadal para arriba y Nadal para abajo, me uní al «nadalismo», aunque bien es cierto y es de justicia decirlo, que ha hecho muchos méritos para ganarse a los seguidores del buen tenis.

Aun estas preferencias, un amante del tenis no puede mirar de reojo a otros tantos tenistas que despliegan un tenis bonito y elegante como es el de Roger Federer. Además, da gusto descubrir nuevas generaciones que están en lo más alto de la ATP como Novak Djokovic o Andy Murray. Como veis, son nombres propios, conocidos en todo el mundo porque se lo han ganado. Aunque por ser española mire por los españoles, alegra la vista ver jugar a aquéllos y me alegro por la trayectoria que han conseguido trazar esta última década.

El tenis es de los pocos deportes en los que se vive la deportividad y el respeto. Da gusto presenciar un partido, sea en directo o por televisión, siempre hay buen ambiente.

Ahora bien, yendo a lo que genera el tenis tanto dentro como fuera de la pista, resulta triste ver cómo un tenista vale lo que la prensa disponga en sus titulares, columnas o reportajes. Además de atreverse a decir cuándo un tenista empieza a serlo o cuándo debería retirarse porque no da la talla. Lo que no entiendo es por qué se hace sufrir tanto a tenistas que no son mediáticos, que no llenan portadas ni dan para historias extraordinarias, ni récords de ensueño… Cuando consiguen un éxito, aunque no sea un Gran Slam, ha habido detrás horas y horas de esfuerzo por llegar hasta donde han podido. Claro, si ese triunfo es en un torneo de los grandes, entonces el tenista se convierte mundialmente en un grande del tenis.

David Ferrer es de esos tenistas de los de toda la vida, trabajador nato, luchador hasta la médula. Su fuerte carácter le ha pasado factura en más de una ocasión pero desde hace apenas dos años, por fin ha encontrado su sitio y recompensa a tanto días de entrenamiento. Los que le seguimos y los que le siguen desde el comienzo, no ven reflejado tanto esfuerzo en los medios, ni en el respeto por este tenista español que se deja la piel en la pista. Bien se ha merecido que se hable tanto como se hace de Rafael Nadal. A veces el tenis periodístico y mediático es muy injusto y a muchos se les pega.

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