En versión original, por favor

La música es infinita. Los artistas unos genios que se sacan de la manga canciones año tras año, todas ellas inéditas. Lo original, lo auténtico es lo que vale, vende y atrae al que le gusta la música.

Luego, al paso de los años o tras la muerte de grandes músicos, se versionan los singles más escuchados a lo largo de la historia. Muchas de ellas son grandes versiones.

Pero (sí, siempre hay un pero) surge un dilema: qué hay de bueno y malo en ello. A veces me planteo que uno tiene que defender a uñas y dientes lo que es suyo y le ha costado sudor y lágrimas conseguirlo; y otras, que quizás con la ayuda de otro eso que se ha logrado podría tener más encanto, lucir mejor o llegar a más gente.

Con el tema de la música, confieso que muchas veces al escuchar una canción me viene un pensamiento como «ésta, mejor si la cantara tal músico». Pero la cuestión no creo que sea sólo esa, sino quién es el que la canta y quiénes son los que las versionan, es decir, qué pasado musical han recorrido hasta llegar donde están.

Sólo de grandes artistas, consagrados salen buenas versiones y esto les está permitido. Ahora todo vale, cualquier músico o aficionado salido de pintorescos talentshows se atreve con desafiar al mundo musical. Aunque sea un espacio muy egoísta, al final, sólo a los que se lo han trabajado, a los que llevan la música en sus venas y sólo a los que toda su vida ha estado acompañada de notas, melodías, se les consideran grandes artistas. Entonces, no importa que se les versione porque les hacen perdurar en el tiempo y sus canciones quedan vivas.

En versión original, por favor, hace alusión a la buena música, a los buenos músicos, a las buenas letras. Después, cuando esos buenos músicos lo hayan dado todo y demostrado, que vengan las versiones de otros tantos.