Personas que ocultaron a judíos, polacos en situaciones delicadas e injustas para evitar su deportación a campos de concentración. Personas que facilitaron pasaportes y documentos de forma gratuita a miles de judíos, holandeses, portugueses en momentos desesperantes que les salvaron del Holocausto.
Personas que se jugaron la vida para hacer justicia a otras tantas que eran inocentes brindando refugio, visados o el cargo que ejercían en favor de ellas. Todas tienen nombre y apellidos, todas realizaron un acto digno, honrado, valiente.
Y son éstas, entre muchas otras, las que se han ganado un reconocimiento mundial. Ahora cada uno de ellos es «justo entre las naciones». Félix Kersten, Wilm Hosenfeld, Aristides de Sousa Mendes, Miep Gies, Ángel Sanz Briz, Arturo Castellanos, Raoul Wallenberg, Corrie ten Boom, Hugh O’Flaherty, Paul Rusesabagina, Gilberto Bosques, Hans von Dohnanyi, John Rabe, Harry Bingham, Vjekoslav Ćurić…
Eran diplomáticos, escritores, sacerdotes, profesores, juristas, comerciantes, oficiales alemanes… A lo que se dedicaran es lo menos importante, quizás lo que nos indique es que cualquiera en su situación profesional, personal o social puede realizar actos nobles en favor de las personas que tiene a su alrededor. Por ellas se recuerdan a los miles de judíos, holandeses, polacos…, con nombre y apellidos que perdieron su vida a costa del poder, de la ideología… Todas ellas son y serán siempre recordadas también en los corazones y oraciones de sus familiares, amigos, conocidos y por el resto del mundo aunque no medie ninguna condecoración para ello.
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