«Mens sana in corpore sano»
Quizás para la mayoría de las personas es así. No es que el orden sea al revés (tampoco alteraría el producto), sino que las dos partes tendrían que estar al mismo nivel. Mente clara y cuerpo sano, así se empieza a construir. Y conseguirlo depende, entre otros aspectos, de realizar deporte diario, semanal, mensual o trimestral…
Hay veces que nos preguntamos qué nos pasa, por qué estamos más sensibles, susceptibles, estresados o de mal humor; y una pequeña vuelta en bicicleta, un paseo largo por la ciudad o por el parque, treinta minutos de carrera continua o unos largos en la piscina, eliminan todo ápice de malestar físico y anímico. Aire puro y fresco, cuerpo descansado, nervios relajados y el día nos parece diferente.
Hay veces que necesitamos cambiar de tarea porque no logramos concentrarnos en el trabajo o estudio, hemos discutido con la pareja, un amigo o con nosotros mismos, o no vemos solución a un problema; lo mejor es distanciarse por un momento de todo eso, dejar que se enfríe unos minutos, porque el nervio del momento puede jugarnos una mala pasada. Y es ahí precisamente donde entra en juego el deporte. Disfrutar de él y volver más tarde, con una visión más fresca y objetiva, a lo que aparcamos minutos atrás.
Hablaba de disfrutar, se puede conseguir por uno mismo en cada kilómetro alcanzado, en cada largo logrado o en cada canasta metida; pero el deporte cuanto más se disfruta es cuando se comparte con una, dos, tres, cientos de personas. Hay triple beneficio: se alimenta nuestra mente, se henchía nuestra alma y se fortalece nuestro cuerpo.
Cuánto bien nos hace y qué desconocido es para la mayoría de las personas.