Con cinco días de retraso. Días necesarios para pensar cómo puede influir, como lo hace, esta inocente fecha.
No es cualquier fecha, cincuenta años atrás tuvo su significado, y ahora, vuelve a tenerlo con más fuerza. Empieza un año de la Fe, ya nos lo advertía El Principito, “no se ve sino con el corazón: lo esencial es invisible a los ojos.”
A veces nos empeñamos en seguir las huellas que dejaron nuestros pasos tiempo atrás y retomamos una y otra vez el mismo camino. Otras, nos dejamos llevar por el oleaje que mueve a la sociedad. Todas ellas nos dejan con un sabor amargo, ahí no está la vida que queremos.
Y pensamos, ¿qué es lo que falla? La pregunta está mal formulada, el sujeto se ha confundido con el exterior y realmente el sujeto es cada uno, lo que falla es nuestro corazón, el no querer mirar de verdad la realidad que está ante nuestros ojos cada día.
Mirar a través de la Fe lo cambia todo, es lo mismo, pero diferente. No se cambia de estado, ni de profesión, ni de realidad y mucho menos de género. Se cambia el modo de ver las cosas, de vivirlas, de hacerles frente, de quererlas y buscarles un sentido. Entonces, se empieza a vivir de cara a la realidad de cada uno.
Eso es la Fe, un punto de apoyo seguro, que no se tuerce, ni se rompe, ni pierde fuerza con los años a menos que uno se empeñe en hacerlo.
Es curioso, pero la nueva serie “Érase una vez” me ha recordado que tenía que escribir sobre la Fe.
Henry: Así que le mostramos a Emma que te estás convirtiendo en el niño de madera que fuiste y después ella tendrá que creer. Y cuando lo haga, podrá romper el hechizo.
August: He intentado eso. Ella no quiere creer, así que no lo hará. No hay nada más que pueda hacer. Me canso mucho. Me es difícil conducir, me es difícil andar. Pronto me va a ser difícil hasta respirar.
* * *
Emma: Henry, esto no es un cuento. Esto es la realidad. Y las cosas tienen que cambiar. No puedes saltarte las clases, no puedes huir y… No puedes creer en hechizos.
Henry: ¿De verdad no crees?
Emma: Yo…Así es como debe ser ahora. (….) Henry, tienes que dejar de pensar en esas cosas.
Henry: ¡Pero es la verdad! (…) Lo siento tenía que llegar a esto. Tú no puedes creer en la maldición… o en mí. Pero yo creo en ti.
* * *
Mary-Margaret Blanche: Henry… Cuando te di este libro, fue porque sabía… Sé que la vida no siempre tiene un final feliz. Pero yo creía…
Tu turno