Estuve hace unos días en un lugar del sur del mediterráneo donde contemplé paisajes preciosos. Uno de ellos lo tenía justo al salir del lugar donde me alojaba. A las 8 de la mañana me sentaba en un conjunto de piedras y pensaba (y rezaba, o rezaba pensando) mientras contemplaba la ciudad a lo lejos, con las montañas en el horizonte, el canto de los pájaros acompañando tal bonita estampa y la suave brisa matutina dando ambiente. Sí, muy bucólico y romántico… ¡La naturaleza!
Ahí el tiempo se paraba y la mente se ponía a trabajar… Cuántas cosas podemos llegar a pensar si nos lo tomamos en serio y con tiempo por delante. Y es tan necesario… Como necesario poner aquellas cosas en orden y conocerlas bien.
Pensar es natural en el hombre y cualidad intelectual que le caracteriza, como la de tomar decisiones ejerciendo su libertad. Hay un libro que trata justo de la bonita tarea de pensar, se llama “Invitación a pensar”. Ha caído en mis manos en un par de ocasiones y no tiene desperdicio. No es un manual ni una obra maestra, no será gran cosa, pero falta nos hace que nos den a conocer las cosas más sencillas a través de la palabra escrita.
Poner palabras a los acontecimientos, a una idea, a una alegría, a un proyecto, a los sentimientos, a los pensamientos, a una tristeza, a cualquier tema que necesite ser expresado y comunicado no es tan fácil siempre. Si una persona se adelanta y te las da a conocer con un lenguaje sencillo, quizás tú luego sepas acertar en tus razonamientos y opiniones.
De todas formas, pensar no es poner palabras… ¿o sí?. Te dejo hacer la prueba.
Tu turno