Y me pregunto yo, ¿es un arte? Quien se ponga a ello enseguida convertirá la pregunta en una afirmación. Sí, ponerse delante de una hoja en blanco infunde respeto e incluso miedo si es de las primeras veces; aunque no siempre, pues la incertidumbre, la ilusión, el nervio interno se funden en un momento con ese no sé qué que qué sé yo, pero agradable.
No tiene porqué darse el caso, si a uno le gusta transmitir, coge con decisión papel y bolígrafo (los más actualizados, su Ipad) y va llenando ese blanco de color.
Ayer empecé a ver una película sobre un tipo que es escritor, ganador del premio Pullitzer y que se “retira” en su departamento. Aparece un chico apasionado del basket y que no se le da nada mal la escritura…
En la relación de amistad que comienza entre los dos hay un diálogo sobre la escritura que captó mi atención:
Forrester: Why is it that the words we write for ourselves are always so much better than those we write for others? Go ahead.
Jamal: Go ahead and what?
Forrester: Write.
Jamal: What are you doing?
Forrester: I’m writing. Like you’ll be when you start punching those keys. Is there a problem?
Jamal: No, I’m just thinking.
Forrester: No thinking – that comes later. You must write your first draft with your heart. You rewrite with your head. The first key to writing is… to write, not to think! Start typing that. Sometimes the simple rhythm of typing gets us from page one to page two. And when you begin to feel your own words… start typing them.
Creo que tiene razón. Supongo que primero habrá que dar rienda suelta a todo lo que uno lleva dentro y, después con la calma, retocar, matizar, mejorar para dar con la expresión perfecta. Y esto no se puede hacer sin meter cabeza, sin buscar un rato de silencio y tranquilidad, sin estar dispuesto a modificarse. La obra de arte sólo se consigue a base de dar una y otra vez una pincelada tras otra. Además de la película, cayó en mis manos el último número de la revista “Nuestro tiempo”.
En él encontré un artículo que me ha dejado impresionada. Admiro la capacidad que tienen ciertas personas de sacar horas para su trabajo al mismo tiempo que dedican otras tantas a llevar a cabo uno de sus hobbies: escribir. Las admiro mucho más si estas dos tareas necesitan cada una casi una vida de dedicación… Y es que estas personas del artículo trabajan nada más y nada menos que en la Universidad. Mirad y me comprenderéis, artículo revista Nuestro tiempo Y finalizo con unas palabras sugerentes para cualquiera, digo yo…
En la medida en que una persona es capaz de reflejar sus experiencias por escrito, las páginas de sus cuadernos, releídas con atención, pueden convertirse en luces que encienden su creatividad, por eso me gusta pensar que el cuaderno puede llegar a ser también como un encendedor que potencia la capacidad creativa de nuestra razón. Por nuestro empeño por escribir no sólo creamos textos en los que articulamos experiencias y razones, sino que además crecemos por dentro. Ese crecimiento personal a través de la escritura hace posible una vida realmente creativa, una cosa que puede llegar a ser un auténtico laboratorio de nuevas ideas». (Palabras extraídas del libro “Invitación a pensar”)
Tu turno