«Con la música a otra parte»

Music is the key … (así reza una canción). No quería dejar para mañana lo que podía hacer ahora mismo y siempre: hablar de la música, vibrar con ella, exultar y sentirla como una parte de mí, de mi vida. Hace algunos años, elegí como tema del examen oral de inglés algo parecido a esto último.

Hablaba de cómo había ido creciendo entre nota y nota, caminando por melodías diferentes, conociendo las variadas claves con las que se presenta la vida y estudiando en pentagramas de tres tiempos: el de corchea para la infancia, el de negras para la pre-adolescencia y el de blancas para la adolescencia. Hay personas que manifiestan no poder vivir sin café por la mañana, otras que no conciben un día sin móvil, muchas más que necesitan gritar cuando no pueden más, y otras menos (pero haylas) que tienen que vivir su momento desayuno con periódico en la cama.

Dentro de esas personas hay que contar a otras tantas que piensan que un día sin música es como el cielo sin estrellas por la noche. No digo que haya que estar todos los minutos del día con el auricular en la oreja ni que cada vez que se sube a un coche se diga “¡dentro música!”… Es otra percepción, digo yo, si no se escucha se canta, se lleva por dentro, se manifiesta igualmente. No se necesita estar pegado a ella, la vida misma tiene su ritmo y la melodía la pones tú. Las cosas que se hacen en el día a día marcan sus pasos, sus corcheas, unas veces fusas otras semifusas, y muchas veces (por pereza), blancas o… redondas. Los días tienen su canción inscrita, si se es melómano o hay un cierto gusto por la buena música, cada día te sugiere una canción.

No sé si me explico, la cuestión es que muchas veces nos sorprendemos cantando, tarareando o silbando una canción sin saber por qué y ésa es la canción. Otras veces, por la alegría o la tristeza que se tenga, te sale cantar o escuchar un tipo de canción… La música influye, llega tan adentro que si la sabes elegir, puede cambiarte, puede lanzarte al infinito, puede abrirte un nuevo panorama, puede incluso devolverte la alegría o quizás llevarte a la melancolía. Pero lo que más me gusta de la música es que crea lazos, une, inspira, hasta puede devolver la mejor versión de uno mismo, y lo más importante: nunca se agota.

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